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El cobre sigue beneficiándose de la transición energética global, contribuyendo a una ganancia anual del 42 % en Nueva York. Los precios también se vieron respaldados por la reciente caída del dólar estadounidense, que hizo que las materias primas fueran más atractivas para los compradores internacionales; sin embargo, persisten las preocupaciones sobre la posible revisión de los aranceles estadounidenses en 2026, lo que aumenta el riesgo de una escasez de oferta en los mercados globales.

La demanda estructural de cobre se mantiene fuerte, impulsada por tendencias a largo plazo como los vehículos eléctricos, los proyectos de energías renovables, la expansión de las redes eléctricas y el desarrollo de infraestructuras de inteligencia artificial.

En China, los precios subieron un 2,7 % hasta los 14.090 dólares por tonelada, después de que las principales fundiciones de cobre se negaran nuevamente a fijar orientaciones sobre las tarifas de procesamiento para el primer trimestre de 2026, reflejando la persistente escasez de materias primas y las tarifas de procesamiento en mínimos históricos.