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Hay indicios de que el ejército ruso está golpeando repetidamente las mismas zonas. Las regiones septentrionales de Cherníhiv y Sumy, que limitan con Rusia y Bielorrusia, han sido objeto de ataques constantes durante el último mes.

El martes, más de 50 drones y misiles atacaron infraestructuras clave en Cherníhiv, dejando a cientos de miles de personas sin electricidad ni agua. Según el jefe de la administración militar regional, Viacheslav Chaus, dos drones atacaron una planta de calefacción y otra instalación energética.

Según la compañía regional de energía, Rusia ha atacado la infraestructura energética de Cherníhiv durante 15 días en el último mes.

El 10 de octubre también se produjo un gran ataque ruso contra instalaciones energéticas en varias regiones, incluida Kiev.

El Ministerio de Energía de Ucrania declaró el martes: «Los rusos lanzan deliberadamente drones que vuelan en círculos sobre las instalaciones dañadas, lo que hace imposible trabajar con seguridad y prolonga intencionadamente la crisis humanitaria».

Rusia ha desarrollado una serie de drones y misiles que, a veces, logran superar las defensas aéreas de Ucrania. En Sumy, vecina de Cherníhiv, el suministro eléctrico en la ciudad de Shostka y sus alrededores aún no se ha restablecido por completo tras los ataques ocurridos hace dos semanas.

Tras los últimos ataques, el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha, instó a los aliados a «movilizar urgentemente ayuda adicional —desde equipos y recursos energéticos hasta capacidades de defensa aérea— para fortalecer la resiliencia de Ucrania».

Más tarde, el martes, funcionarios ucranianos afirmaron que Ucrania había atacado con misiles de largo alcance Storm Shadow la planta química rusa de Briansk, que produce pólvora y otros explosivos.