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El cardenal Duka, cuyo padre sirvió en la Fuerza Aérea británica durante la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los líderes religiosos más influyentes de la República Checa. Durante la época comunista trabajó como sacerdote disidente y finalmente fue encarcelado junto al dramaturgo y futuro presidente Václav Havel.

Después de 1989, desempeñó un papel importante en los esfuerzos por devolver a la iglesia su lugar en la vida pública checa y en 2012 se convirtió en arzobispo de Praga. Dirigió la iglesia en un difícil debate sobre la restitución de las propiedades confiscadas durante el comunismo.

Sin embargo, en los últimos años se enfrentó a crecientes críticas por sus opiniones cada vez más abiertas sobre temas públicos como Rusia y la migración musulmana. El servicio internacional de Radio Praga lo describió como “un líder eclesiástico divisivo pero decisivo”.

El ex primer ministro Petr Fiala dijo que respetaba “su valentía y actividades durante la era del totalitarismo” y valoró “su importante papel en la renovación de la iglesia dentro de una sociedad democrática”.

El nuevo primer ministro checo, el multimillonario Andrej Babiš, también rindió homenaje a Duka, quien “contribuyó durante muchos años a moldear la vida espiritual y social de nuestro país”.

El funeral de Duka está previsto para el 15 de noviembre.