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A corto plazo, la victoria de Lee no fue sorprendente, ya que lideraba claramente en las encuestas y la derecha surcoreana estaba profundamente dividida tras la decisión del presidente Yoon Suk-yeol de declarar la ley marcial el año pasado.

Sin embargo, el camino de Lee hacia la presidencia no fue fácil. Ha sido un político polémico durante mucho tiempo y durante años ha enfrentado acusaciones de violencia e incluso de corrupción.

Lee creció en la pobreza extrema y hablaba con frecuencia de su deseo de ayudar a los pobres en Corea del Sur. Abandonó la escuela cuando era joven y se mudó a la ciudad de Seongnam, cerca de Seúl, para mantener a su familia. A los 15 años sufrió una lesión mientras trabajaba en una fábrica y desde entonces no puede usar el brazo izquierdo.

Mientras trabajaba, asistió a clases nocturnas y en 1982 fue admitido en la facultad de derecho de la Universidad Chung-Ang en Seúl. Cuatro años después fue admitido en el colegio de abogados. Como abogado, representó a trabajadores lesionados en accidentes laborales y a inquilinos amenazados con ser desalojados de sus hogares.

Lee ingresó a la política en 2006, pero no tuvo mucho éxito hasta 2010, cuando fue elegido alcalde de Seongnam. Ocho años después fue elegido gobernador de la provincia de Gyeonggi, que rodea la capital, Seúl. En ese cargo, ganó popularidad al exigir que todos los residentes recibieran ayuda gubernamental durante la pandemia de coronavirus.